Autor: Rossemary Sanmartín.

En los últimos años el impacto de la degradación ambiental es mucho más visible y el cambio climático es solo la punta del iceberg. La visión antropocentrista1 esta tan arraigada que olvidamos que somos parte de un todo. Las inundaciones que hemos evidenciado en los últimos meses, son resultado de no solo del temporal invernal sino también de la mala planificación conjugado con la mala gestión de recursos hídricos en las ciudades.

Las inundaciones son parte de la dinámica de las cuencas hidrográficas2 por lo que no necesariamente podemos echarles la culpa a los gobernantes actuales, ya que las ciudades se concibieron para estar cerca de las fuentes de agua. De acuerdo con la Secretaría Nacional de Gestión de Riegos en Ecuador, entre el 2014 y el 2019, 263.476 personas en el territorio nacional fueron afectadas por inundaciones. Los fenómenos del Niño y la Niña nos han familiarizado con las inundaciones, aunque no estemos preparados para los estragos. Cuando no se realizan estudios interdisciplinarios para la toma de decisiones, sobre todo si se trata de planificar ciudades, las inundaciones son una pequeña muestra de las consecuencias.

En estos meses hemos sido testigos de cómo la mala planificación ha contribuido a la inundación de varias ciudades a lo largo y ancho del Ecuador. Aunque en los últimos 14 años se han construido proyectos que ayudan a disminuir el riesgo de inundaciones como las represas multipropósitos, no se han buscado soluciones que sean realmente compatibles entre el entorno natural y las actividades humanas (Sasso, 2008). La visión antropocentrista ha llevado a que las decisiones se tomen solamente con objetivos económicos y sociales. Los ríos urbanos se han convertido en alcantarillas o botaderos de basura, y hemos normalizado los hedores cuando caminamos por las orillas, que son simplemente veredas de concreto con uno que otro árbol que apenas se avanzan a sostener.

Aunque la Constitución del Ecuador reconoce a la naturaleza como un sujeto de derechos, se realizan muy pocos esfuerzos por conservarla, y casi nulos esfuerzos por restaurar los espacios naturales, más aun cuando se habla de recursos hídricos (Terneus-Jácome & Yanez, 2018). En las ciudades el problema de la mala planificación está ligado al mal manejo de desechos, ya que en el país más del 80% de las aguas residuales3 no se tratan; a esto hay que sumarle la falta de educación de los ciudadanos que usan las calles como basureros.

Durante años hemos visto como se han canalizan ríos con el fin de mitigar el impacto de las crecidas; sin embargo, esta no ha sido una solución real a largo plazo. Las soluciones deben estar encaminadas a devolver la funcionalidad de los ríos, aplicando estrategias de restauración adecuadas a cada cuenca (Woolsey et al., 2007). Esto no solo ayudaría a disminuir el riesgo de inundaciones sino también a reactivar los sistemas de purificación intrínsecos4 de los ríos (McClain, 2008). Combinado con la construcción e implementación de sistemas de drenaje urbano sostenible (SUDs)5, aplicando principios del diseño urbano sensible al agua (WUSD) pueden resultar en una solución viable para prevenir futuros desastres naturales.

Las nuevas agendas gubernamentales deben estar encaminadas al desarrollo sostenible que implica cumplir objetivos sociales, económicos y ambientales. Si no se realizan esfuerzos conjuntos a nivel local y regional, probamente el panorama siga empeorando para las siguientes generaciones. Nos queda preguntarnos si seguimos replicando los modelos que han resultado en catástrofes ambientales o si se toman decisiones encaminadas a mejorar el entorno natural y social.

1 Concepción filosófica que considera al ser humano como centro de todas las cosas y el fin absoluto de la creación.

2 Área de terreno que contribuye al flujo de agua de un río, territorio drenado por único sistema de drenaje natural.

3 Cualquier tipo de agua que ha sido afectada negativamente por actividades humanas.

4 Estructuras de un río que le permiten auto depurarse.

5 Sistemas que imitan las condiciones de la naturaleza, enfocados a la gestión del agua superficial en cantidad, calidad y usos. Contribuyen al desarrollo sostenible y mejora del diseño urbano.

REFERENCIAS

  • McClain, M. . (2008). E cohydrology. In Ecohydrology: Processes, Models and Case Studies. An approach to the sustainable management of water resources (pp. 207–222).
  • Sasso, M. (2008). “Represas: disputas sobre el desarrollo y la sustentabilidad.” FLACSO ECUADOR.
  • Terneus Jácome, E., & Yanez-Moretta, P. (2018). Principios fundamentales en torno a la calidad del agua, el uso de bioindicadores acuáticos y la restauración ecológica fluvial en Ecuador. La Granja, 27(1), 36–50. https://doi.org/10.17163/lgr.n27.2018.03
  • Woolsey, S., Capelli, F., Gonser, T., Hoehn, E., Hostmann, M., Junker, B., … Peter, A. (2007). A strategy to assess river restoration success. Freshwater Biology, 52(4), 752–769. https://doi.org/10.1111/j.1365-2427.2007.01740.x