Autor: Pablo Quiñonez.

Este último fin de semana Ecuador volvió a ser noticia a nivel mundial por una masacre carcelaria. En lo que va del año, han existido más de 320 muertes violentas en las cárceles del país. Esto quiere decir que en solo 11 meses han existido más muertes de personas recluidas que en los últimos quince años juntos—de hecho, entre 2010 y 2017, el promedio era de 9 por año—.

Las desgarradoras escenas de personas privadas de libertad clamando ayuda a familiares y periodistas, mientras se escuchan disparos y detonaciones de fondo, contrastan con las fotografías de la cena de gala en que las principales autoridades del país y la provincia del Guayas se encontraban en ese instante. Abstraídos de la realidad, el presidente, el gobernador y la alcaldesa celebraban el aniversario de los marines norteamericanos junto a personal de esa embajada. Ni un solo pronunciamiento oficial oportuno, ninguna de las autoridades antes mencionadas presente a tiempo en el lugar donde debieron estar.

Lamentablemente, esto ha sido la regla en los últimos tiempos. Con la honrosa excepción del programa de vacunación contra la Covid-19, los casi seis meses en funciones del gobierno actual se han caracterizado por los desaciertos, las improvisaciones y la inacción. 

Independientemente de que simpaticemos o no con su tienda ideológica, habiendo estado casi una década en campaña, uno hubiese creído que el ahora presidente Lasso tenía un plan de reformas y transformaciones listo para aplicar apenas llegado al poder. La realidad es que ni siquiera existía un Plan Nacional de Desarrollo, ¡que es el documento guía para las políticas, programas y proyectos, así como para la programación y ejecución del presupuesto de Estado! Tuvimos que esperar 4 meses para recién tener este documento publicado.

Sin esa brújula ¿cómo pensaban guiar al país? Siguiendo con la metáfora, si además de carecer de capitán y brújula, llevamos solo a marineros inexpertos ¿qué cabría esperar de nuestro barco? Y aun así, con honrosas excepciones, autoridades sin experiencia ni preparación en la gestión pública, y que además han vivido despreciando al Estado ahora abundan en el país, siguiendo una tendencia dejada por el expresidente Moreno.

Pero no solo aventuraron al mar un barco sin capitán, sin brújula y sin marineros expertos. También aprovecharon para desmantelar lo que pudieron y ahora los ciudadanos, pasajeros de este navío, lo sufrimos. ¿O creíamos que reducir el presupuesto para el sistema penitenciario no iba a tener efectos severos? ¿O que más estudiantes secundarios podrían entrar mágicamente a las universidades cuando se recorta el presupuesto de estas? ¿O que la pobreza, la desigualdad, el desempleo y la violencia no se dispararían cuando se priorizara a los acreedores de la deuda y no a los ciudadanos?

Y mientras la tormenta azota a este barco a la deriva que es el Ecuador, se han esmerado más en buscar culpables que en solucionar los problemas que existen. Primero era Correa, luego Iza, ahora la Corte Constitucional. Y cuando 600 periodistas a nivel internacional desvelan el entramado usado por el presidente Lasso para ocultar su dinero en paraísos fiscales y no pagar los impuestos que le correspondían desde 1991, se opta más bien por perseguir y criminalizar a los opositores que osan denunciarlo. Así, este barco que tomaron prometiendo no llegaría “a Venezuela” se acerca más a la autoritaria Nicaragua de Ortega o a los Estados fallidos en que masacres carcelarias y la violencia en las calles como las que hemos visto en los últimos meses son costumbre.